Congestión, transporte público repleto, mala calidad del aire e inseguridad al usar la bicicleta. El mal estado de la movilidad urbana en América Latina es una realidad ineludible con la que todos los ciudadanos debemos tratar a diario. Esto le da a la movilidad una importancia política y discursiva sin precedente. En este contexto, y a medida que se reconoce la importancia de la movilidad para cuestiones como la equidad, el impacto climático y la salud, el transporte urbano sostenible cobra relevancia e interés para los ciudadanos y gobiernos por igual.
En América Latina y el Caribe existen múltiples desafíos en materia de movilidad urbana a los que hay que enfrentarse mediante la aplicación de políticas eficaces e ideas innovadoras que tienen en cuenta las limitaciones y oportunidades del momento. Alrededor del continente, en ciudades de diferentes tamaños y contextos, investigadores y profesionales de la movilidad han propuesto y apoyado medidas encaminadas a mejorar la sostenibilidad y la equidad en el transporte urbano.
Despacio, con el apoyo de TUMI (Transforming Urban Mobility Initiative), ha editado una publicación que brinda una panorama del campo de transporte urbano sostenible en la región. La publicación Transporte urbano sostenible en América Latina: evaluaciones y recomendaciones para políticas de movilidad se dirige a todas las personas interesadas en conocer los retos y oportunidades actuales, con el objetivo de orientar sobre cómo mejorar las condiciones de movilidad de la población urbana de la región y, de esta manera, contribuir a los objetivos de sostenibilidad. La publicación también explora varios temas importantes relacionados con el transporte urbano sostenible en América Latina y el Caribe, desde discursos de movilidad hasta modos específicos como ciclismo y BRT.
A pesar del enfoque amplio de la publicación, las discusiones demuestran la naturaleza interconectada de los esfuerzos para hacer que la movilidad urbana en América Latina y el Caribe sea más sostenible y equitativa. Acá presentamos un resumen de las conclusiones y temas comunes que resultaron:
Encaminar la movilidad urbana hacia la sostenibilidad requiere de un nuevo enfoque en la movilidad a escala humana y en los entornos urbanos, considerando las necesidades de los humanos por encima de la aparente necesidad de mover más vehículos y más rápido. En este sentido, el transporte urbano sostenible forma parte de un cambio más amplio hacia ciudades más amables para la vida humana. A medida que los gobiernos y las ciudades están dispuestas a implementar políticas efectivas y ajustar sus entornos urbanos, generan oportunidades de innovación y mejora en los sistemas de transporte. Acá, los modelos de buenas prácticas pueden servir de inspiración y motivación, e iniciativas ciudadanas o del sector privado pueden generar cambios rápidos y duraderos.
En todo el mundo, pero sobre todo en las regiones más desiguales, los problemas de movilidad no pueden considerarse ajenos a las desigualdades socioeconómicas. Los que más sufren las consecuencias de la mala planeación de transporte son los más pobres, frecuentemente mujeres, obligadas a usar un transporte público deficiente y costoso mientras que se sigue siendo priorizando la movilidad privada de los más afortunados. Esto quiere decir que la planeación del transporte no es neutral con respecto a la edad y género, y mejorar el acceso y la movilidad para todos requerirá comprender cómo los proyectos de transporte afectan a diferentes grupos de diferentes maneras. Una dimensión clave de esta desigualdad y falta de provisión pública es la informalidad, que a menudo llena los vacíos en el suministro de transporte público. En la búsqueda de una mejora del transporte será necesario abordar la informalidad en la provisión de servicios de transporte de una manera que se eviten condiciones de trabajo precarias o inseguridad tanto para los conductores como para los usuarios.
Finalmente, hacemos un llamado a reconsiderar lo político y entender el rol de poder en la organización de nuestros sistemas de transporte. Aunque muchas veces las soluciones son claras o evidentes desde el punto de visto técnico, se enfrentan con obstáculos políticos y sociales. Por ende, cualquier política de transporte sostenible realista debe enfrentar limitaciones a nivel político, social y técnico, y no solo quedarse en discursos o abstracciones. Quizá la restricción principal y transversal que limita las posibilidades de movilidad sostenible es la dificultad de desafiar el dominio de los automóviles en las ciudades latinoamericanas.
Hablemos claro: la promoción de modos sostenibles por sí sola no logrará avances significativos si no se reemplaza el sistema centrado en el carro. Algunos perderán sus privilegios y podrán formar una oposición significativa, pero esto no debe provocar la reducción de la participación ciudadana. En cambio, el empoderamiento de los ciudadanos puede ayudar a cambiar los incentivos políticos a favor de la movilidad sostenible, no solo mediante mayor comprensión sino también para que los ciudadanos se apropien de proyectos que sean más sostenibles y equitativos.
Avanzar requerirá un cambio en los paradigmas de movilidad, respaldado por acciones concretas y efectivas. En este proceso, será crucial ir más allá del discurso y entrar en la realidad de las ciudades, para garantizar que la población urbana de América Latina y el Caribe pueda acceder plenamente a las oportunidades que ofrecen las ciudades.
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