Habíamos explicado en un post anterior que los humanos no tienen la capacidad de percibir las altas velocidades y, por consiguiente, el riesgo de las mismas, como resultado de un ejercicio que hizo Despacio en el que medimos con un radar las velocidades a que iban los carros sobre la Avenida El Dorado con Séptima.
Para continuar con este ejercicio, les mostramos cuál es la probabilidad de muerte de un peatón cuando era atropellado por un carro con distintas velocidades, según la figura de abajo. Los resultados del experimento se encuentran enmarcados en la misma gráfica, donde el azul representa la velocidad percibida y el rojo la velocidad real.
Figura 1. La relación entre la seguridad del peatón y el impacto de la velocidad de vehículos
La gráfica nos muestra que, por un lado, los participantes del ejercicio perciben velocidades más bajas de lo que realmente son, por la concentración de los puntos azules en la parte inferior de la línea y los rojos en la parte superior. Y, por otro lado, que las velocidades en esta Avenida tienen un alto riesgo de generar fatalidades en el caso de que ocurriera un siniestro. Esto quiere decir que, además de que los humanos percibimos mal las altas velocidades y sus riesgos, la mayoría de los vehículos evaluados iban a velocidades de muy alto riesgo para entornos urbanos, pudiendo generar fatalidades en atropellos y choques.
Finalmente, el objetivo de este ejercicio fue llevar a la ciudadanía la reflexión de que los carros van más rápido de lo que pensamos, que las altas velocidades tienen la capacidad de matar y que en Bogotá los carros van a velocidades no adecuados para el entorno urbano.
Este y otros temas se discutieron el 9 de mayo de 2017 en la sede de Chapinero de la Cámara de Comercio de Bogotá, en el evento «Rápido pero Tarde» – información aquí.
Escrito por Marina Moscoso, Carlosfelipe Pardo y Lina Quiñones.
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