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Bogotá desde la perspectiva de las niñas

By 8 marzo, 2023 No Comments

¿Cómo se ve la calle desde la altura de una niña? Los andenes, las señales, los vehículos y las personas se ven muy diferentes desde los 90 o 95 cm de altura. A menudo, las personas adultas nos olvidamos de esto, por lo que herramientas como el periscopio inverso de la Global Design Cities Initiative son tan importantes para recordarnos que no todas experimentamos las ciudades de la misma manera.

¿Cuántas ingenieras se necesitan para armar un periscopio?

En Despacio tuvimos la oportunidad de armar desde cero un prototipo de esta herramienta y probarlo en Bogotá. Usamos cajas viejas que teníamos, dos espejos, cinta y silicona fría para armar nuestro periscopio. Y así, tres ingenieras – con el apoyo de un filósofo – nos pusimos manos a la obra para volver a experimentar la calle como niñas.

Una vez quedó listo nuestro periscopio, salimos a recorrer el barrio con él. Ver la calle desde la perspectiva de una persona que mide menos de 1m de altura (puede variar según quien esté operando el periscopio) es una experiencia intimidante y divertida. Los carros se ven gigantes, los desniveles en los andenes parecen imposibles de escalar y algunos elementos que a las adultas nos parecen poco importantes de repente llaman la atención: estacionamientos para bicicletas se convierten en laberintos, rejas para proteger plantas son castillos, los bolardos son monstruos para pelear, y las rampas se vuelven montañas para escalar y dejarse rodar, ¡todo se vuelve un potencial juguete!

Las personas en la calle no son interesantes. Veíamos pocas caras y demasiadas cinturas (por no decir otra cosa). Aprendimos a reconocernos por el color de la camiseta y entendimos lo fácil que es que las niñas se confundan de adulto cuando van por la calle y por qué es tan común que miren al suelo, ¡no hay mucho interesante para ver!

¿Y qué tanto aprendimos con esta experiencia?

Notamos además que el uso del periscopio nos puede ayudar a comprender lo agobiante y demandante que puede ser recorrer la ciudad para una persona de baja estatura e incluso reconocerla, ya que las distancias y volúmenes se ven más grandes y difíciles de transitar, lo cual puede agotar a la persona y generar estrés con el entorno.

Muy pocas veces nos detenemos a pensar en nuestros recorridos por la ciudad y menos aún desde la perspectiva de personas con diferentes habilidades o necesidades.. A menudo, ignoramos la falta de rampas para personas con movilidad reducida o mayores, y ni siquiera nos damos cuenta de que una superficie ligeramente empinada para nosotros puede ser un obstáculo para una persona pequeña.

Esta actividad nos hace ser más conscientes de estas diferencias en vivir la calle y no solamente se extiende nuestro panorama durante los minutos que caminamos con el periscopio, sino que trasciende al día a día.Desde el día que realizamos la actividad, nos hemos encontrado muchas veces observando elementos de la ciudad y cuestionandonos si son accesibles y útiles para todas las personas.

En general nos pareció una gran herramienta, fácil de hacer y de probar y que nos permitió volver a experimentar la ciudad como cuando éramos niñas. Nos dio una idea de lo difícil que puede ser moverse en una ciudad que solo está diseñada para adultos y de lo importante que es pensar en todas las usuarias. Además, podemos experimentar rediseñando el periscopio: lo podemos hacer más corto por ejemplo, para ponernos a la altura de una persona de estatura media, o que se mueva en silla de ruedas. ¡Así podemos diversificar su uso y aplicabilidad!

En la escritura de este texto participaron: Angie Ángel, María Fernanda Ramírez, Lina Quiñones y Camilo Urbano.