En el futuro cercano será indispensable que todas las ciudades se construyan desde el poder acceder de manera universal a diferentes espacios y servicios urbanos que cubran las necesidades básicas de la población haciendo pequeños recorridos a pie. De esta manera, las ciudades retribuyen a las personas un bienestar en términos de salud física y mental; un bienestar en tiempo y en lo económico al invertir menos dinero en el uso del transporte público; más y mejores espacios públicos conectados y una menor cantidad de horas para realizar sus recorridos cotidianos. Toda esta red de infraestructura peatonal debe ir acompañada de entornos que favorezcan el tránsito permanente de personas para que diariamente en las calles existan más ojos que miren hacia ella, aumentando la percepción de seguridad, pues como dice Jane Jacos “las aceras y quienes la usan no son beneficiarios pasivos de la seguridad… Las aceras, sus usos adyacentes y sus usuarios son partícipes activos… (Muerte y vida a las grandes ciudades. Jacobs, J., & Abab, A., 2011)
Así es como nace este proyecto chévere, una estrategia pedagógica que ayuda a resignificar la caminata como medio de transporte sostenible y a su vez una herramienta para abogar por una ciudad diseñada desde la calle para todas las personas, una ciudad que exige la resignificación de la vida de sus habitantes a partir del poder caminar seguras, tranquilas y sin prisa porque una ciudad que camina es una ciudad más inclusiva, más sostenible y más equitativa.
El desarrollo de este proyecto constó de varias fases: diagnóstico, diseño de la campaña e implementación. Con una metodología diseñada para facilitar la evaluación de los espacios urbanos con un enfoque de género. Su implementación tuvo lugar en la ciudad de Medellín, concretamente en el barrio Perpetuo Socorro y para esto se realizó un llamado a la acción en el Instagram de Despacio.
Para este día se desarrollaron productos gráficos de libre descarga para que la sociedad civil, organizaciones o administraciones locales puedan replicar la iniciativa para llevar el mensaje a más lugares, más ciudades, más espacios públicos y más redes peatonales.
Durante la implementación de este proyecto chévere, se realizaron intervenciones urbanas gráficas sobre los andenes, la calle y el espacio público en compañía de personas que usualmente recorren este tramo y se mostraron curiosas por la iniciativa, pues los niños y niñas también se involucraron a través de la pintura, fueron ellas y ellos quienes realmente definieron cuales son sus preferencias a la hora de caminar:
“Me gusta caminar por la calle cuando hay árboles y puedo jugar”
“Me gusta cuando mi mamá me deja correr hasta el parque a encontrarme con mis amigos”
A partir de esto, las conversaciones y la socialización de la campaña se dieron de forma natural en diferentes partes del barrio. La música y los recursos diseñados para las intervenciones se convirtieron en acciones complementarias a las charlas dadas en lugares efímeros del barrio que facilitaron el encuentro y la reunión, reforzando el sentido y la necesidad de redes peatonales en buen estado y con capacidad suficiente para recibir a todas las personas, aludiendo también a la teoría de Gehl cuando se refiere a que el diseño del espacio público debe hacerse asumiendo que está siendo utilizado en su hora de mayor tránsito.
La actividad se planteó para hacerse en un solo lugar, sin embargo, por la naturaleza de las conversaciones, Viandantes mostró su lado más flexible y estos encuentros se convirtieron en un recorrido peatonal para conocer el barrio y llegar desde el punto A (barrio Perpetuo Socorro) hasta el punto B (Museo de Arte Moderno), donde más personas se unieron a la conversación y resaltaron la importancia de que en las ciudades latinoamericanas se sigan implementando este tipo de iniciativas pues “muchas personas caminan sin saber que están caminando” y “no entienden la importancia de poder salir a caminar haciendo algo adicional a sacar el perro, por eso es que vivimos aburridos”, comentó Rafael Jaramillo de 54 años, vecino del Museo de Arte Moderno ubicado en Ciudad del Río, uno de los polígonos de renovación y densificación urbana que se ha ido desarrollado en Medellín por medio de su plan parcial “la gran manzana SIMESA”.
Así finalizó este recorrido peatonal efímero, natural y participativo luego de un día lleno de mucha pedagogía y lecciones aprendidas pero, lo más importante, una actividad entregada a la ciudad para devolverle la pluralidad y la diversidad que caracteriza la vida urbana de una ciudad vital, inclusiva, diversa y segura que replantea sus modelos de ocupación para priorizar los actores viales más vulnerables reinvirtiendo en su capital más importante: el humano.
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