Homenaje

En honor a Gregor Wessels (1953 – 2022)

Cuando Despacio era apenas jovencita, apoyando a GIZ para lanzar un proyecto sobre desarrollo urbano en Bogotá (que terminaría convirtiéndose en la publicación Bogotá 21), nuestro fundador Carlosfelipe Pardo comenzó a escribirse con el Dr. Gregor Wessels el 22 de octubre de 2011. Desde ese momento inició no sólo una relación de amistad profunda, sino la idea de traer a Colombia la experiencia de Gregor y de su firma Infratrans (ITS), en temas de captura de valor del suelo, Desarrollo Orientado al Transporte (DOT) y sistemas de transporte masivo  en Asia y Alemania.

El 1 de mayo de 2012, Gregor llegó por primera vez a Bogotá y algunos del equipo de Despacio tuvimos el honor de conocerlo y de trabajar con él en el proyecto Bogotá 21, del cual salió una de las primeras publicaciones de Despacio, que se lanzó en octubre del mismo año “Bogotá 21, Hacia una metrópoli de clase mundial”.

Uno de los diagramas que Gregor preparó para luego producir en la publicación Bogotá 21.

Además, en esa visita también nos acompañó a nuestro primer picnic.

Gregor en nuestro primer picnic, hace 10 años.

Gregor volvió a Bogotá en 2014 para presentar los resultados del proyecto de captura de valor con CAF (y visitar Villa de Leyva con Moreno), y luego pudimos hacer otros proyectos con Arup para evaluar el potencial de Captura de Valor en el Metro de Bogotá (e ir a navegar en Tominé) y con FDN en 2018 para capacitar a la empresa metro en temas de captura de valor (y seguir tomando espresso doble a altas horas de la noche). Un proyecto maravilloso donde pusimos a dialogar a múltiples actores, entidades nacionales, locales y financiadores bajo el firme propósito de conseguir resultados tangibles y prácticos; algo que Gregor nos enseñó siempre desde su inconmensurable experiencia. Ese fue nuestro último proyecto juntos en Despacio. Desde entonces siempre perseveramos seguir haciendo proyectos y concretar ideas que surgían de las enriquecedoras conversaciones y momentos que compartir.

Gregor presentando los resultados del proyecto con la CAF en 2014.

Es una noticia profundamente triste saber de la muerte de una persona tan amable y brillante que nos enseñó tanto, con quien no solamente trabajamos sino que además tuvimos la oportunidad de desayunar o cenar durante largos ratos (pero nunca almorzar) cuando visitó Bogotá. En otras ocasiones podíamos gastar horas hablando sobre la monarquía tailandesa y de su proyecto de recuperar un monasterio en Myanmar (sobre lo cual tenía un libro casi listo para publicar, pero le faltaban detalles biográficos de uno de los personajes que duró varios años dilucidando. A lo largo de los años, visitó repetidamente la Biblioteca Británica, recopiló obras históricas y tradujo registros birmanos de hojas de palma. Un par de nosotros tuvimos la oportunidad de leer una versión temprana de su libro y quedamos fascinados por la historia que contó y la profundidad de interpretación de Gregor). También era fascinante conocer su experiencia en discusiones con Michel Foucault, a quien pidió que dirigiera su tesis de doctorado, sí, en Filosofía!

Una visita a Berlín implicaba un tour histórico por la ciudad con Gregor, quien conocía detalles infinitesimales de esta ciudad (por ejemplo, de dónde venía el acero para la torre de radio y cómo eso era razón de la vergüenza de quienes la construyeron). Lo mismo en Hong Kong (donde recorría las tiendas de arte como si fueran su casa) y en Bangkok (donde se esforzaba por encontrar un restaurante que le gustara a todos los que iban a una cena). Esperamos que nuestros recorridos por Bogotá en nuestra compañía le fueran igual de gratos, a pesar de que siempre nos dijo que el café colombiano era muy bueno pero su preparación no tanto – hay que admitir que esto lo dijo al tomar café en greca de una tienda de barrio, porque cuando eran cafés buenos siempre pedía un espresso doble a las 10 de la noche «para poder dormir mejor». Como suele suceder en estos casos, nos inundan los recuerdos de momentos con él, desde la subida a Monserrate para buscar el sitio desde donde podríamos tomar la mejor foto del «skyline» de Bogotá para el libro de 2012, hasta cuando lo llevamos a navegar en Tominé y agradeció con mucho afecto que le hubiésemos dado un recorrido por la Sabana de Bogotá.

Dicen que algo se muere en el alma cuando un amigo se va, y la despedida de Gregor nos ha dejado un fuerte dolor y vacío. Pero un amigo nunca se va, y él vivirá por siempre en nuestros corazones. Con estas palabras queremos darle infinitas gracias por su cariño, por compartir con nosotros su conocimiento y por su amistad. Al final volveremos a encontrarnos como él mismo dijo “on the other side of the other ocean” para darnos ese abrazo no digital que nos prometimos. 

Gracias a Jorge, Camilo, Claudio y Pardo por ayudar en la preparación de este texto y sus imágenes.

Gregor con su sonrisa, su abrigo y su maletín de siempre.