Una buena foto nunca se ha incluido en la lista de cosas que uno debe hacer antes de morir. Tampoco está la idea de perseguir sombras por la ciudad hasta encontrar la que uno quiere, en el lugar y momento adecuado. Sí conocemos una “bucket list” con actividades más cotidianas, como sembrar un árbol, tener una hija y escribir un libro.
No obstante, hay quienes persistimos en nuestra fascinación por lo difícil y demostrar que lo logramos porque tenemos un umbral a partir del cual quedamos satisfechas por lo que hemos hecho con nuestra vida. Nada de eso que agregamos a nuestra “lista de balde” es necesario para nuestra supervivencia, ni es crucial lograrlo para avanzar con nuestras vidas, pero hay algunas actividades cuyo logro nos da satisfacción indescriptible y a los que designamos como acciones ineludibles.
En la lista de esas acciones ineludibles que podrían ser más bien “cosas realmente inocuas que de todas formas queremos hacer” hay varias y para todos los gustos: en lugar de tener una hija puede estar fundar una organización sin ánimo de lucro que retrasará el fin del mundo; en lugar de escribir un libro, es crear una editorial que publique al menos seis libros al año; y en lugar de plantar un árbol puede estar, por ejemplo, fundar una agencia de viajes para conocer mundos fantásticos.
Despacio travel es una división minúscula de Despacio cuya meta es viajar despacio en la vida real y en la imaginación. Aunque ha estado en la cabeza de varias personas desde hace unos años y tiene grandes metas (como la de tener una flotilla de Zepelines para volar por la Sabana de Bogotá y una de globos para recorrer las cordilleras de América Latina), ha comenzado su quehacer con actividades pequeñas realizadas por vehículos menos ostentosos, como el dron Borges (debidamente registrado en la Aeronáutica Civil y con un piloto certificado a cargo de volarlo).
Para comenzar una gran empresa que tendrá cientos de globos, zepelines y barcos surcando los aires y las aguas, el dron Borges ha recorrido valientemente los cielos encima de espacios pequeños de Bogotá tomando fotografías de situaciones relativamente extrañas. La primera de ellas, que publicamos aquí, es una fotografía que trasciende la búsqueda típica de una foto y tuvo como fin materializar el “momento decisivo” que acuñó Henri Cartier-Bresson. Al mismo tiempo, es una fotografía que hace un homenaje a la importancia de las sombras que dijo Jun’ichirō Tanizaki en su “Elogio de la Sombra”. La idea era tomar una fotografía aérea de las sombras perpendiculares de personas en bicicleta en la ciclovía bogotana.
La foto original que tomó un canadiense la encontró Ma Fernanda Ramirez en Twitter y me preguntó si eso se podía hacer. Se formó una lista de interesados por esa red social y nos ayudaron a entender cómo se pueden calcular las sombras según día y hora del día (existe esta herramienta para eso), revisamos las zonas donde es permitido volar un dron y pedimos las autorizaciones del caso a las entidades pertinentes, y esperamos con alguna paciencia.
Por fin, el domingo 26 de septiembre las nubes decidieron que iban a darnos un espacio para ver nuestras sombras largas, para lo que salí raudo y veloz a buscar el mejor lugar para tomar estas fotos antes de que se acabara la hora dulce. Quise encontrar una foto donde hubiera suficientes personas en la ciclovía, pero no tantas que no se pudieran diferenciar. También era importante aparecer en la foto de manera distintiva para no tener que reclamar el crédito de la foto. Y, por último, era crucial poder percibir claramente la magia del momento.
Eso.
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