Desde el 24 de julio hasta el 14 de agosto lanzamos un sondeo en Cali y Bogotá para ver cuál era la opinión de sus habitantes frente al ruido en la zona donde se ubica su hogar y trabajo. El sondeo evaluaba la percepción de ruido en el hogar, en el lugar de trabajo, las fuentes de ruido percibidas, las afectaciones al estado de ánimo y las posibles soluciones para controlar los niveles de ruido.
¿Qué identificamos?
En Bogotá participaron 2.141 personas, siendo 73% respuestas de mujeres y 26% de hombres. Se le pidió a los participantes calificar el nivel de ruido en sus viviendas y lugares de trabajo en una escala de 1 a 5 (siendo 1 poco y 5 mucho ruido). El 63% de las zonas de vivienda se clasificaron principalmente con niveles entre 3 y 4 antes del aislamiento. Las horas en las que más sentía mayor ruido en los hogares eran desde las 7 a las 10 a.m. entre semana y los fines de entre las 10 a.m. a 1 p.m., y después de las 7 p.m.
Durante el aislamiento, el sector de vivienda de los participantes se calificó como bajo a intermedio (30% lo calificaron con un nivel 2, el 27% con un nivel 3 y 22% como nivel 4). Esto quiere decir que, con respecto a los niveles de ruido antes del COVID- 19, hubo una menor percepción de ruido en general, al menos hasta el momento que se recolectaron los datos.
Sin embargo, al georreferenciar estos datos en mapas se observa un aumento de percepción de ruido en algunas localidades específicas, principalmente en el noroccidente de la ciudad. Entre ellas están: las localidades de Suba, Engativá, Fontibón; en el nororiente, la localidad de Usaquén; en el sur las localidades de Puente Aranda y Rafael Uribe Uribe, y suroriente, en la localidad de San Cristóbal y Usme.
¿Qué pasó con las demás localidades?
Las localidades de Teusaquillo, Barrios Unidos, Bosa y Ciudad Bolívar se mantuvieron iguales y solamente la localidad de Chapinero tuvo una menor percepción de ruido. Esto se puede explicar porque un alto porcentaje de la actividad laboral de la ciudad se concentra en esta localidad.
En cuanto a las fuentes de ruido en Bogotá, estas provenían principalmente del sector movilidad. Vehículos, camionetas, vehículos de carga y motocicletas fueron las fuentes que producían más ruido para las personas antes y durante el aislamiento por COVID-19, con un leve aumento en la percepción de ruido de vehículos de carga, motos, ventas ambulantes, buses y comercios en el segundo caso.
En cuanto a las soluciones para mantener los niveles de ruido bajos, los resultados se analizaron a través de una nube de palabras. En ella se visualiza que el control al ruido proveniente de los vehículos y transporte tiene mucha importancia.
El tema de horarios también resaltó en la respuesta, que puede hacer alusión a las horas de circulación de motos, vehículos de carga o buses, así como al control sobre la presencia de vendedores ambulantes.
Al pedir a los participantes que escogieran dentro de un listado de soluciones propuestas, las opciones más seleccionadas fueron “educar a la gente para que evite pitar cuando usa su carro” (45 %), “modificar las rutas del transporte público” ( 31%) y “regular establecimientos comerciales ruidosos” (13%).
En cuanto a los efectos del estado de ánimo, en una escala de 1 a 10 (siendo 1 “no les afecta nada” y 10 “les afecta mucho”) los resultados demuestran que sí hay una afectación al estado de ánimo ya que el 66% de las respuestas se concentraron entre 7 a 10.
En Cali, fueron entrevistadas 2275 personas, de los cuales 73% eran mujeres y 25% hombres. Usando la misma escala de 1 a 5, el 31% de los participantes calificaron la zona de vivienda en un nivel intermedio de 3 y 36% nivel alto intermedio-alto de 4 antes del COVID. Los resultados muestran cierta similaridad con Bogotá también con los horarios de ruido, siendo el horario entre las 7 a 10 am entre semana el más ruidoso.
Durante el aislamiento, el 20% calificaron la zona de vivienda con un nivel de 3 y 28% un nivel de 4. Esto quiere decir que, con respecto a los niveles de ruido antes del COVID- 19, también hubo una leve disminución en la percepción de ruido, aunque el porcentaje de respuestas que calificaron el ruido con 4 o 5 fue exactamente el mismo. Las horas en las que más ruido hubo fue de 7am a 10am entre semana de la misma manera de antes de la pandemia.
A través de una georreferenciación también se pudo observar que la percepción de ruido aumentó en algunas comunas del oriente de la ciudad, como la 1, 5, 7, 10, 11, 13, 14 , 15 ,16 y 17. En cambio, disminuyó en la 3, 4, 9, 20 y la 19.
Las fuentes de ruido que mayormente fueron percibidas eran los carros tales como: (vehículos, camionetas, vehículos de carga, motos); En este caso, los carros disminuyeron notablemente de 70% a un 49%, y las motocicletas aumentaron un poco de 8% a un 12%. Por otro lado, durante el aislamiento se ve un aumento de percepción de ruido producido por las ventas ambulantes.
En Cali las soluciones propuestas fueron muy similares a las de Bogotá. La nube de palabras evidencia que el control del ruido que producen vehículos al igual que en la capital también es importante.
En cuanto a la selección de soluciones dentro de un listado de opciones se destacan “educar a la gente para que evite pitar cuando usa el carro” fue un 49%, “regular los establecimientos comerciales ruidosos” en un 19% y “modificando las rutas del transporte público” con un 17%. Estas respuestas coinciden con las respuestas de Bogotá.
Finalmente, en cuanto a los impactos en el estado de ánimo, se pudo ver que la mayor cantidad de respuestas estuvo en el rango de 8 a 10 fueron la mayor cantidad de respuestas. Siendo un puntaje de 8 un 19%, 9 un 13%, 10 un 27%, para un total de 59%.
Conclusiones
- Como se pudo evidenciar, los resultados de Cali y Bogotá presentan algunas similitudes. Por un lado, con respecto a las fuentes de ruido, los participantes de ambas ciudades percibieron que los pitos de los carros son la fuente más relevante de ruido. De igual forma, consideraron que los niveles de ruido los afectan psicológicamente y que, en el aislamiento, se sintieron más relajados debido a la disminución de los niveles de ruido. Además, a través del estado del arte se visibilizó que existen estudios que confirman los impactos en la salud física de las personas cuando están expuestas a niveles de ruido de forma constante. Esto resulta importante porque permite priorizar las estrategias que se deberían tener en cuenta para disminuir los niveles de ruido en ambas ciudades.
- Por otra parte, con respecto a los cambios en la percepción del ruido antes y durante la pandemia, también se evidenciaron algunas similitudes en ambas ciudades. Los participantes coinciden en que los niveles de ruido durante la pandemia son menores que antes, aunque en Cali esta diferencia no es tan marcada como en Bogotá. Esto responde a las dinámicas que la pandemia generó en la ciudad. Sin embargo, valdría la pena indagar en más detalle qué ocurrió en aquellos sitios dónde aumentó y qué fuentes generaron este impacto.
- Los resultados del análisis también demostraron un alto impacto del ruido sobre el estado de ánimo de las personas. Llama la atención que la revisión bibliográfica y de estudios sobre ruido no evidenció que hubiera estudios cualitativos en este tema, por tanto es muy importante que las ciudades empiecen a analizar desde el punto de vista cualitativo el efecto que este fenómeno está teniendo sobre la calidad de vida de las personas.
- Como recomendación final, los resultados demuestran que aun queda mucho por hacer para mejorar los niveles de ruido en nuestras ciudades. En este sentido, es importante hacer un cambio en los modos de transporte, para incidir en esta problemática, que demuestra que está altamente asociada a los vehículos y las altas velocidades. Esto debería involucrar a futuro que los tomadores de decisión le apostaran más a la promoción de la movilidad sostenible, la implementación de pacificación en las vías de la ciudad e incluso la electrificación del transporte público urbano.
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