Con la participación modal de la bicicleta más alta del mundo, un 28% de todos los viajes, los Países Bajos han integrado de forma exitosa la bicicleta en su movilidad cotidiana, lo cual los convierte en referencia internacional en políticas de ciclo-inclusión. Sin embargo, alrededor de este reconocimiento se han construido mitos que retratan a esta nación y a su cultura como única y excepcional, lo cual hasta el momento no ha permitido abordar sus experiencias de manera objetiva. El documento que presentamos a continuación, y que puede consultar de manera gratuita aquí, es una revisión cuidadosa del caso holandés en cuestiones de ciclo-inclusión. En él, presentamos además de un panorama general sobre la manera en que se integró la bicicleta a la movilidad del país europeo, 8 lecciones que pueden servir a Colombia y otros países de américa latina para conseguir el mismo resultado. Cabe resaltar que las lecciones que podemos aprender de Holanda, no se reducen a aspectos sobre política pública y ciclo-infraestructura, sino que abordan aspectos como la necesidad de un cambio en la filosofía de la movilidad y el activismo ciudadano, entre otros.
1.No fue así siempre
El alto uso de la bicicleta en Holanda no es intrínseco a su cultura, por el contrario, fue un proceso gestado a partir de un cambio en políticas sobre movilidad que inicia en la década de 1970 después de un notorio activismo y oposición ciudadana frente al aumento excesivo de políticas pro-automóvil que generaron un aumento en los reportes de siniestros viales y de víctimas fatales de los mismos. A lo anterior, se suma la crisis petrolera de 1973 que permite la construcción de nuevas y mejores opciones de movilidad.
2.Hay apoyo institucional y legal específicamente para ciclistas
El factor fundamental del éxito de la bicicleta en Holanda es el marco de instituciones y protecciones legales que apoyan su uso. Las funciones de estas instituciones abarcan desde la producción de conocimiento científico y variada literatura, hasta el cabildeo político. A esto se suma el gran número de leyes que protegen al ciclista ante escenarios de siniestros viales y otros. Como conjunto, las instituciones y la ley logran promover la bicicleta y garantizar las condiciones físicas y regulatorias que refuercen su uso.
3.El ciclismo es preocupación fundamental de planificación a nivel local y nacional
En Holanda, planificar infraestructura significa pensar en la movilidad de los ciclistas. La bicicleta se considera el vehículo idóneo para viajes al interior de las ciudades y, para viajes interurbanos, la combinación bicicleta-tren es cada vez más promovida. Como responde a una parte fundamental de la movilidad, a la bicicleta se provee una red completa, ubicua, y de alta calidad. A los 35,000 kilómetros de ciclo-infraestructura se suman 55,000 kilómetros de vías locales aptas para ciclismo, haciendo que siempre se pueda llegar al destino deseado de forma cómoda y segura.
4.Intervenir en la circulación motorizada hace la bicicleta más segura y competitiva
Para promover el uso de la bicicleta, no es suficiente hacer infraestructura, también se debe intervenir en la circulación de automotores, moderar sus velocidades y desincentivar su uso. En Holanda, esto se ha logrado a través de una estricta jerarquía del uso de las vías. De igual forma, aspectos como el diseño, segregación de los carriles bici y restricciones en algunas zonas de la ciudad para los vehículos motorizados, han permitido que el transporte en bicicleta sea visto como el más rápido, el más flexible y el más seguro de todos.
5.La movilidad en bicicleta genera importantes beneficios sociales
La bicicleta permite la inclusión, la justicia y la igualdad social. Sin importar la condición social, en Holanda todos se sienten libres de subirse a una bicicleta. Los beneficios físicos son otro aspecto importante, se cree que su uso ha ayudado a prevenir 6.500 muertes anuales. La reducción en las emisiones de carbono es otro gran beneficio social que trae la movilidad en bicicleta, se contribuye al medio ambiente y se ayuda a combatir el cambio climático. No podemos olvidar el más importante de los beneficios, la infraestructura segura para quienes optan por la bicicleta, ha logrado que cada vez más niños transiten por la ciudad sin riesgo y que personas con movilidad reducida puedan desarrollar una vida activa sin necesidad de supervisión o ayuda.
6.Bicicleta y vida cotidiana
Muchas veces se le llama ‘cultura holandesa’, pero para los holandeses, usar la bicicleta más que un rasgo cultural es parte de su cotidianidad. En el país hay más bicicletas que personas, y sirven para todo. A cualquier destino se llega en bicicleta no importa si es al trabajo, de compras o a un bar El diseño de la bicicleta holandesa busca más la comodidad y fiabilidad que la velocidad, y los holandeses pedalean en su ropa normal. La muestra más contundente de su cotidianidad es la ubicua oferta de estacionamientos, que abarcan hasta 12,500 cupos en estaciones de tren, donde la demanda es muy alta por la íntima integración entre estos modos.
7.La cotidianidad de la bicicleta contribuye a su seguridad
Si cada automovilista también es ciclista, la seguridad vial aumenta. La presencia constante de los ciclistas en las vías, permite que los conductores los consideren importantes actores viales y los respeten como tales. Holanda muestra que, aunque la provisión de infraestructura y leyes favorables son claves en la seguridad, el uso cotidiano de la bicicleta refuerza su seguridad.
8.Un proceso de mejora continua
En Holanda, cuando se habla de los ´smart cities´, se piensa en la bicicleta. Las mejoras siguen mediante estudios avanzados, pequeñas intervenciones viales que mejoran la eficiencia y seguridad vial, y hasta algunos de los proyectos de infraestructura más llamativos del país son exclusivamente para bicicletas. Está claro que el futuro de las ciudades gira en torno al ciclismo.
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