Muchas veces me preguntan por qué el logo de Despacio es una cometa. La verdad es que el logo de la cometa fue pura serendipia. Estaba buscando una cosa y encontré otra… o más o menos algo así. Es una historia relativamente breve pero creo que vale la pena describirla.
Mi hija y yo dibujamos de vez en cuando.
A veces con mucha frecuencia y a veces pasan semanas (¡a veces meses!) entre dibujo y dibujo. La idea detrás de todo es una cosa que llamamos “concurso” – no sé por qué, pero así le pusimos y así se quedó. El procedimiento es que elegimos un tema a dibujar (que puede ser totalmente abstracto o brutalmente concreto) y cuando los dos hemos terminado le mostramos al otro nuestro trabajo y lo comentamos brevemente. Cuando nuestro hijo participa, lo convierte en un concurso de verdad y al final pide que mi esposa lo califique (extrañamente, él siempre gana el concurso juzgado por su mamá – algo extraño pasa ahí). En una de esas nació la cometa.
Rastreando con un poco más de precisión las fechas (ya encontré el dibujo original, es de octubre de 2009), me doy cuenta que en realidad no era un Concurso como los que hacemos ahora. Era imposible porque mi hija tenía apenas dos años y su capacidad de echar carreta no llegaba al punto de inventarse un juego como el del Concurso. Lo que sí es cierto es que los dos nos sentamos a dibujar en la mesa del comedor como lo hacemos ahora, pero lo hicimos en silencio. Yo tenía el firme propósito de salir con algo que sirviera como el logo de lo que iba a ser Despacio (sin siquiera saber bien qué iba a ser eso ni cuándo iba a existir) y quería que fuera algo bonito, sencillo, ampliamente reconocible y representativo de una utilización adecuada del tiempo en un sentido amplio. Mientras tanto, Gabi hacía rayones.
Por las razones que sea terminé dibujando unas diez o veinte cometas distintas.
Unas con lápiz, otras con carboncillo, otras con marcador y algunas a color (y con fondo) y otras en puro blanco y negro. La que más me gustó fue una en blanco y negro dibujada con un lápiz normal (vea la foto al principio). Después de algunos años para mí ya no es difícil predecir que siempre me va a gustar la versión de lápiz de cualquier dibujo que haga, y la que no tenga colores. En realidad es por mi incompetencia para dibujar y colorear que hace que sea esa la única opción viable estéticamente, porque lo único que hago bien es dibujar con buenas proporciones. La única razón por la que esos dibujos se ven bonitos es porque son dibujados con lápiz, que tiene algo más de gracia que un micropunta.
Eso era. Una susodicha cometa de la cual nació una representación clara y discreta de lo que podría ser una organización que ya casi cumple cinco años desde su fundación. De ahí que mi hija sea una de las primeras fundadoras “de facto” de Despacio, porque siempre ha estado acompañándome cuando hago las cosas más importantes para la organización, así sea haciendo rayones.
La historia de la cometa no sería más larga (de hecho, mis primeras tarjetas tenían esa primera cometa como logo) de no ser por cuatro eventos adicionales que sucedieron luego y que me ayudaron a comprender que el dibujo que había hecho ese día realmente tenía una potencia mayor.
El primero de ellos fue que mi prima Lala
estudiaba diseño gráfico y tenía que hacer un trabajo para su clase de identidad corporativa, y yo le dije que por favor hiciera el manual de identidad para Despacio – que es el mismo que usamos hoy en día, con los mismos colores y fuentes y parámetros gráficos. Yo sabía que eso iba a servir de algo, y que además era el mejor negocio que podía hacer para obtener un documento por el que normalmente cobran un montón de plata. Lala tenía que conseguir una empresa y pues era súper bueno hacerlo con un primo. Mi única regla era que hicieran algo bonito con la cometa que había dibujado. El caso es que unos meses después de empezar, me entregaron el manual de identidad completo con el logo “completo” que tenemos en Despacio (el que dice “despacio” y el que usamos en los estiquer “yo voy despacio”)… Estoy tratando de acordarme si hice alguna corrección pero no me acuerdo de nada (lo que es muy raro en mí porque corrijo todo en cualquier cosa que me entreguen, así no me lo pidan). Y el día que fueron a presentarle a su clase el producto final de su manual de identidad corporativa, a todos sus compañeros y a su profesor les pareció todo muy bonito pero tenían un reparo fundamental que insistieron en hacerme saber: el nombre de una organización no debía ser “Despacio”. No les parecía que fuera algo positivo, ni que fuera algo que la gente quisiera contratar. Tampoco les parecía que tuviera un valor fundamental detrás de todo ni que la mariguanada de ir despacio fuese a ser algo relevante. Cuando Lala me transmitió esa opinión, le dije que esa era la razón más fuerte que nos podían dar para que sí se llamara Despacio: teníamos mucho trabajo por delante para explicar por qué se llamaba un sitio así. También fue útil llamar la organización “Despacio” porque conseguimos todo fácil: el nombre no lo tenía nadie registrado, el dominio despacio.org me costó casi nada y, en general, era algo que nos daba un chance de hacerle a la gente preguntar “pero, espere, ¿qué es Despacio?” y ayudarnos a comenzar una conversación.
La segunda cosa que pasó fue que,
cuando ya habíamos registrado este Frankenstein que es la Fundación Despacio, Patricia tuvo la idea de que hiciéramos un evento pequeño un domingo de agosto donde fuéramos a echar cometas. Esto casi no debería parte de esta historia, porque la actividad como tal no tendría mucho que ver con el logo de la cometa. Hicimos cometas hexagonales (no en forma de diamante como la del logo) y pues las armamos, las echamos y ya. Lo que sí fue increíblemente hermoso fue que Marcelo, el profesor de la clase de armar cometas, llegó el día del evento con UNA COMETA IGUALITA A LA DEL LOGO (sí, estoy gritando). No sé cómo hizo, pero el tipo logró armar una cometa increíblemente idéntica a la que teníamos en el logo, con la misma forma, el mismo color y todo. Además, ese día hizo un cielo súper azul pero había algunas nubes blancas, y yo me gasté gran parte del inicio de nuestra sesión tratando de tomarle una buena foto a la cometa volando entre las nubes (y es la que usamos para gran parte de nuestras presentaciones y propuestas hasta el día de hoy). Desafortunadamente, esa cometa era muy frágil y por alguna razón no la hemos apreciado tanto cuando la guardamos. Está en alguna parte del closet-archivo de la oficina bastante rota, lo cual siempre me pone un poco triste cuando la veo pero por lo menos tengo las fotos de ese día que me dieron mucha felicidad.
Hay dos cosas más que son en realidad más conceptuales.
Una se refiere a una cita que encontré en alguna parte que se refería a las cometas y una de sus características principales y que, hasta ese momento, no había caído en cuenta. Y dice: «cierta cantidad de oposición es de gran ayuda para una persona. Las cometas se elevan contra y no con el viento”. La cita fue mal atribuida a Lewis Mumford, pero realmente dicha por John Neal, y describe en cierta medida lo que tratamos de hacer en Despacio: ir contra lo que normalmente se intuye (como, por ejemplo, que el nombre “despacio” no es bueno para ninguna organización) y lograr presentar una nueva visión de las cosas. Sin haber leído esa cita sino mucho tiempo después de haber hecho todo lo que dije arriba, también definí el eslogan de Despacio que dice que estamos siempre “retando lo intuitivo” (como cuando decimos que la bicicleta es más rápida, que más iluminación no quiere decir más seguridad, que los cascos no son lo que más protege al andar en bicicleta, o que Bogotá sería más sostenible y compacta si aprende a generar un área metropolitana bien definida y con más municipios).
La última cosa por la que la cometa representa a Despacio en gran medida
y cada vez reafirmo esa elección es el papel que jugó una cometa en el desarrollo de teorías sobre la electricidad. Benjamin Franklin dice haberse electrocutado en medio de una tormenta eléctrica elevando una cometa metalizada (y con una llave en medio del hijo que la elevaba) para demostrar que los rayos son un fenómeno eléctrico. Aunque leyendo un poco más sobre la historia de ese episodio y la postura científica que dice que era imposible que la cosa haya pasado como la contó Franklin, de todas formas creo que ese evento también ilustra un poco como trabajamos en Despacio: a los electrocutazos… pero el buen sentido de la frase: nos arriesgamos por presentar opiniones, demostrarlas fehacientemente y volver a la casa felices pero en realidad casi destrozados por nuestro descubrimiento. Porque elevar cometas está muy bien en un día soleado y con nubecitas, pero también se pueden elevar en los momentos más difíciles para demostrar un punto de manera contundente.
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